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ROBERTO SOSA

Poesía

Nació en Yoro en 18 de abril de 1930 y Murió en Tegucigalpa el 23 de mayo de 2011.  Realizó sus estudios superiores en la Universidad de Cincinnati, en el estado de Ohio (en Estados Unidos), donde realizó una maestría en Artes. Dirigió galerías, revistas literarias y docente de la cátedra de Literatura. Colaboró en los principales diarios y revistas de Honduras y demás países centroamericanos. Su obra poética ha sido favorablemente comentada en España, Colombia y México. Pertenece al grupo de intelectuales hondureños «Vida nueva» y dirigió la revista mensual Arte y Letras Presente, publicación de carácter centroamericano, que editaba Oscar Acosta, y de la página literaria de La Prensa en San Pedro Sula. Obra: Caligramas (Tegucigalpa, 1959); Breve estudio sobre la poesía y su creación (Tegucigalpa, 1969); Antología de la nueva poesía hondureña (Tegucigalpa, 1967), en colaboración con Oscar Acosta; Un mundo para todos dividido (Tegucigalpa, 1971); Muros (Tegucigalpa, 1966); Los pobres (Madrid, 1969); Hasta el sol de hoy; antología poética (Madrid, 1978); Prosa Armada (Tegucigalpa, 1981); Secreto Militar (Tegucigalpa, 1985) y Obra completa Antología Personal (Tegucigalpa, 1990). Los pesares juntos. Máscara suelta (1994) El llanto de las cosas (1995). Antología póstuma Honduras, poesía negra, editada por el Centro Cultural de España en Tegucigalpa y SEDINAFROH (2011). Su obra ha sido traducida al alemán, chino, francés, inglés, italiano, japonés y ruso. Premios: Juan Ramón Molina, en 1967; Adonais, premio de Poesía en España, en 1968; Casa de las Américas en 1961 por su obra Los Pobres; Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa, en 1972 y Premio Ramón Amaya Amador en 1975. Se le tributó un sentido homenaje otorgándole el Premio de Literatura “José Trinidad Reyes” por la UNAH, 2007.

LOS POBRES

Los pobres son muchos

y por eso

es imposible olvidarlos.

 

Seguramente

ven

en los amaneceres

múltiples edificios

donde ellos

quisieran habitar con sus hijos.

 

Pueden

llevar en hombros

el féretro de una estrella.

 

Pueden

destruir el aire como aves furiosas,

nublar el sol.

 

Pero desconociendo sus tesoros

entran y salen por espejos de sangre;

caminan y mueren despacio.

 

Por eso

es imposible olvidarlos.

DE NIÑO A HOMBRE

Es fácil dejar a un niño

a merced de los pájaros.

 

Mirarle sin asombro

los ojos de luces indefensas.

 

Dejarle dando voces

entre una multitud.

 

No entender el idioma

claro de su medialengua.

 

O decirle a alguien:

es suyo para siempre.

Es fácil,

facilísimo.

 

Lo difícil

es darle la dimensión

de un hombre verdadero.

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