LOS TOLUPANES O XICAQUES
Los tolupanes o xicaques se localizan en los municipios de Yorito, El Negrito, Morazán, Victoria y Olanchito, en el departamento de Yoro y en los municipios de Orica y Marale en el departamento de Francisco Morazán.
El río Ulúa era la línea divisoria entre mayas y tolupanes. Los mayas vivían al lado oeste del río: los de lengua col estaban situados a lo largo de la costa y los chortís en las áreas interiores; mientras que los tolupanes vivían al lado este del río. Además, se encontraban los grupos nahuas o aztecas, ubicados en puertos comerciales a lo largo del río. en el sector sur del Valle de Sula se registra la presencia de lencas. Alrededor del año 1500, el Valle de Sula estuvo habitado, predominantemente, por grupos de ascendencia maya y por los tolupanes.
Por los rasgos históricos y etnográficos disponibles, se deduce que los tolupanes, durante la época prehispánica, constituían un grupo cazador- recolector que se dispersaba por una amplia región y que su replegamiento hacia zonas más abruptas del interior de la plataforma caribe de Honduras se debe a la captura y explotación de que fueron objeto por parte de los conquistadores.
Los antropólogos y lingüistas que han estudiado la lengua torrupán, entre ellos la antropóloga Chapman, le calcula 5,000 años de antigüedad.
1. Población actual y Localización
Los tolupanes están constituidos en 28 tribus distribuidas en seis municipios del departamento de Yoro, más dos tribus emigradas el siglo pasado a la Montaña de la Flor, municipio de Orica, Francisco Morazán.
Por la ubicación de las tribus en territorios de difícil acceso, en algunos casos, es imposible precisar la información. En un principio se conocían 21 tribus pero, a partir de la segunda mitad de la década de los ochenta, la FETRIXY (Federación de Tribus Xicaques de Yoro) comenzó a realizar un reconocimiento en la zona, ya que se constató la existenica de un buen número de reconocidas, por distintas razones, y formaron grupos aislados en ls montañas.
Por el contacto con los españoles y los ladinos, los tolupanes han perdido aceleradamente muchos valores y costumbres ancestrales, proceso que ha afectado, especialmente, su lengua materna (el tol).
Es necesario señalar que la cultura tolupán es similar a la cultura de los pech, tawahkas y misquitos, por ser una «cultura de la selva tropical» cuyas características son: Asentamientos semi-permanentes. Casas multifamiliares. Agricultura rudimentaria, caza (con arco) y pesca. Cestería, poca alfarería y calabazas. Ropa de corteza (en la actualidad, la vestimenta se ha ladinizado). Sociedad igualitaria gobernada por caciques (ahora regida por asambleas de ancianos y shamanes). Utilización de bebidas (chicha) en bodas y funerales. Ritos de pubertad».
2. El aspecto cultural
Las manifestaciones culturales cosmogónicas han desaparecido, salvo en la tribu de la Montaña de la Flor. Hay una ausencia casi absoluta de manifestaciones artísticas.
Las prácticas culturales, ceremonias y ritos de transición (nacimiento, adolescencia, muerte) han desaparecido. Los tolupanes de la Montaña de La Flor tiene la costumbre de velar sus muertos en la cocina. Durante el tiempo del velorio, 24 horas, los tolupanes comen y beben café. No utilizan cajas para el entierro. El cadáver es envuelto en las mantas que ocupaba para dormir y así es enterrado. Su pocas pertenencias son depositadas en la fosa. A diferencia de los ladinos, los tolupanes de la Montaña de la Flor no lloran a sus muertos; durante la vela, nadie hace comentario alguno, simplemente, reflexionan sobre lo que fue el difunto en vida.
Generalmente, se encuentra un cementerio por tribu, en donde entierran también a los ladinos que viven en la comunidad, con excepción de la tribu de San Esteban, donde el cementerio El Descombre es únicamente para indios, los ladinos usan el de Ocotal (Tribu San Francisco).
En un 99% de las tribus tolupán, los instrumentos tradicionales de su cultura; el arco, la flecha y la cerbatana han desaparecido y se han reemplazado por escopetas. En algunas tribus se producen artesanías de bambú, aunque últimamente es difícil encontrar bambú.
La ropa que usan la obtienen a través del comercio con los ladinos y sólo en las tribus de la Montaña de la Flor, específicamente en el grupo liderado por el cacique Julio Soto, se encontró gente que aún usa su traje tradicional llamado «balandrán».
En el siglo pasado usaban vestidos confeccionados con la corteza del árbol de hule y luego pasaron a usar ropa sencilla de algodón (el balandrán que todavía se usa en la Montaña de la Flor) y hasta el tipo de ropa usada por el ladino. Según Anne Chapman (1956), adoptaron probablemente el estilo ladino en tiempos del padre Subirana (1856-1864), usando la corteza de hule todavía a mediados del siglo pasado; también cultivaban y trabajaban el algodón.
En cuanto a las manifestaciones artesanales, los habitantes de la Montaña de la Flor son productores de cestas de bambú y los intercambian ampliamente en todos los pueblos y caseríos ladinos que están alrededor de la montaña, para suplir sus necesidades de alimentos y productos como sal y ropa. El intercambio es en forma de trueque. Otras tribus que elaboran artesanías, realizan el intercambio en menor escala y, en tribus como Plan Grande, han dejado de producir cestas porque el bambú se ha agotado. La cestería parece ser una labor con raíces muy profundas en las historia de los tolupanes. Con esta actividad suplen muchas necesidades los cafetaleros de la zona.
3. Aspecto religioso
Los tolupanes no son extremadamente religiosos, tal vez porque lo han olvidado por falta de práctica o, simplemente, como una reacción a su situación de sometimiento durante tiempos inmemoriales.
La mayoría de las tribus tolupanes se denominan católicas, a excepción de los de la Montaña de la Flor, donde ha habido presencia del Instituto Lingüístico de Verano, institución religiosa que se dedica a traducir la Biblia en la lengua de las etnias que toleran su presencia.
4. La Educación
En Yoro, la mayoría de las tribus cuentan con escuelas, pero es notorio el ausentismo de los tolupanes por la discriminación de que son objeto por parte de los ladinos. En la Montaña de La Flor «La situación no es tan desfavorable, en el sentido de que los pocos ladinos que frecuentan la escuela han sabido integrarse». Existen necesidades de apoyo didáctico y más aulas escolares.
5. El aspecto socio-económico
Los tolupanes producen, especialmente, granos básicos (maíz, frijoles y café) y explotan secundariamente recursos naturales silvestres como raíces y madera. La organización de trabajo es fundamentalmente individual; sólo por motivaciones realizan trabajo comunal. Hay un alto grado de heterogeneidad socioeconómica, expresada en la variada diferenciación de estratos sociales. En ninguna de las tribus existen formas de trabajo comunal.
La organización del trabajo hacia el interior de las tribus se manifiesta de muchas formas, predominando más la tradicional, la tribu, que se caracteriza por poseer su propia milpa; es una entidad que asegura la subsistencia social y cultural.
Si bien la agricultura es de subsistencia, hay casos de indígenas que comercializan alguna cantidad de café, negocio típicamente ladino, cultivos de frijoles, maíz y hay casos aislados de venta de frutas, de verdura y yuca.
Los tolupanes también cultivan bananos y, en menos medida, yuca, camote, malanga, ñame; a veces papa, ayote, pataste, chile, naranja, lima, zapote, papaya, aguacate, un poco de caña, arroz, sorgo, chinapopo y tabaco.
6. Actividad de subsistencia y explotación del medio ambiente
Un 90% de las tierras tolupanes son de vocación forestal y ricas en toda clase de plantas medicinales. Los bosques abundantes en recursos madereros son explotados por compañías nacionales y extranjeras. Los tolupanes no tienen acceso y provecho real de sus bosque, debido a los problemas de usurpación de tierras y a la sobreexplotación de la madera.
La caza se practica, pero no de manera intensiva, debido a la disminución de la fauna (ocasionada particularmente por la explotación de madera, y en ciertas zonas, por los cazadores urbanos) y la dificultad de conseguir armas. Se cazan pequeños animales con la ayuda de perros o con hondas: venado, chancho de monte, cusuco, tepescuinte, pisotee, quequeo, pavos, conejos, monos y aves. Los instrumentos como la cerbatana, que consiste en el tallo de un arbusto que tiene en su parte central una pulpa suave y fácil de extraer, al que se le deja un agujero uniforme, de aproximadamente media pulgada de diámetro, finalmente se obtiene un tubo de madera, al que se le elabora una embocadura en uno de sus extremos y, en el otro, un abultamiento formado con cera de abejas silvestres, que tiene la misma función de la mirilla utilizada en las armas de fuego convencionales. Como proyectiles se usan esferas de barro secadas previamente al sol, las que tienen un diámetro aproximado de un centímetro. Estas se colocan en la embocadura de la cerbatana y se disparan por medio de una expulsión violenta de aire de la boca. El proyectil impulsado de esta manera, es capaz de derribar algunas aves y pequeños mamíferos. El arco y la flecha, según referencias, se usaron hasta el primer cuarto del presente siglo.